De las bases religiosas de la psicología
- Andres Borregales
- Dec 20, 2020
- 23 min read
Updated: Mar 24, 2022
En memoria de José Ramón Borregales y Giambattista Vico.
Buscar y conocer los principios del pensar, del decir y del hacer ha sido desde siempre el propósito principal de nuestros estudios e investigaciones, esta oportunidad que nos damos para retomar la palabra no es diferente de esa búsqueda.
Hemos buscado una arquitectura que sostenga las tópicas del aparato anímico hasta ahora conocido, que nos permita conocer los pliegues de la subjetividad en pleno desarrollo y que delimite las superficies fijas de los goces habitados en movimiento.
Hemos buscado y hemos hallado, llamamos a la puerta y se nos ha abierto con los brazos abiertos.
Desde jóvenes buscamos estructura y nos encontramos con la palabra, el lenguaje, la psicología y el psicoanálisis, luego nos preguntamos por la arquitectura a partir de ahí construida y nos topamos con que el pensamiento y la organización de la vida individual, comparten las formas de la Naturaleza y del Universo, a saber, el tiempo, el espacio y a materia.
Nos hemos planteado algunas preguntas y ahora es momento de examinar las respuestas arrojadas hasta ahora.
La filosofía de Kant se propone tres preguntas: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? y ¿Qué puedo esperar? Desde que escuchamos que estas preguntas le fueron planteadas a un psicoanalista en la televisión francesa durante un programa especial en 1972, de una u otra forma no nos abandonaron desde la primera vez que las oímos nombrar, por el contrario han orientado nuestras reflexiones y nos permitieron darnos cuenta por primera vez que el saber inconsciente es nuestro vínculo más importante con lo simbólico, meditar sobre el hecho de que aquello que esperamos de la vida y del otro siempre es imaginario y por último que el obrar es lo real no solo de la novela del neurótico sino también de la historia de las naciones.
Comenzamos pues por poner fin a nuestras esperanzas y ponernos manos a la obra con el firme propósito de que nuestra imaginación poética esté al servicio de nuestro pensar y de nuestro obrar, y no quieta en esperar algo mientras vemos pasar el mundo frente a nuestros ojos.
En uno de los últimos capítulos de su obra La crítica de la razón pura, Kant nos da cuenta de la poderosa relación entre la arquitectura y el pensamiento, es decir, entre lo construido y el lenguaje.
Cuando Kant organiza la superficie de nuestro conocimiento llama a esa proyección la arquitectónica de la razón pura, y lo hace para distinguir los límites del saber posible de las razones suficientes que tenemos para suponerlo. Pues hay que suponer que haya saber a ser hallado para poder encontrarlo, es una suposición lo que sostiene la relación del sujeto con el saber pues es el amor lo que sostiene su vínculo con el otro.
Kant no dejó de poner a la psicología al lado de la física en la arquitectónica de la razón y ambas dentro del saber inmanente por mera casualidad.
El fisiólogo francés del siglo XVIII Xavier Bichat dijo una vez que la astronomía era la fisiología de los astros, basándonos en su visión dinámica diremos que la psicología es la fisiología de los procesos anímicos del alma humana, puesto que la psicología supone un saber inmanente que se descubre a sí mismo, un saber relacionado con las ciencias del hombre y del mundo natural, así como con la metafísica y con el reconocimiento de los puntos ciegos de la vida ínitma.
La psicología es un saber que se hace acto en el sentido histórico y en el sentido político. El primero describe el espacio semántico de la época, el segundo comprende la sintaxis del movimiento de la Historia.
La psicología que nos atrevemos a llamar poética y cuyas bases hemos de describir aquí, supone ver lo dado con otros ojos pues estos puentes que hemos de cruzar siempre están ahí, solo había que construirlos e interconectarlos.

Quipus Incas, sistema de escritura por nudos. 2.500 a.C.

Quipus Incas, sistema de escritura por nudos. 2.500 a.C.
Sí los intercambios entre Sigmund Freud y Albert Einstein, entre Carl Gustav Jung con Wolfgang Pauli y entre Jacques Lacan con Jean Pierre Petit fueron fructíferos, si estos puntos de fuga, estas verdaderas superficies topológicas que se crean por la interacción de las fuerzas necesarias para que se produzcan grandes reacciones, si estos intercambios han sido momentos de gracia de la Historia, cuanto no más el conocimiento del intercambio y la dinámica de fuerzas de las que somos objeto será para nosotros la construcción viva de esa gracia que es el comercio con el mundo a través de un saber hacer y un saber estar en y con mi cuerpo.
La psicología y la astrofísica forman parte del mismos tipo de saber fisiológico que nos acerca a lo que hay de inmanente en la experiencia vital, Kant lo supo ver y así lo transmitió, la Historia lo confirma y nosotros lo retomamos como punto de partida de este esfuerzo de síntesis que no es sino el resultado de una investigación de 5 años en arquitectura y su relación con el estudio psicosocial, es decir, un estudio de cómo algo idealmente trascendental se pliega con algo materialmente racional.
Aun cuando somos del llamado nuevo mundo no creemos en eso de crear un mundo nuevo sino el mundo de nuevo, pues esa es la esencia de la psicología poética, ese es el sentido y la práctica de la arquitectura viva que se construye cuando se agencia la psique como énfasis erótico-poético del bien-decir como base del bienestar.
Si somos ese terreno que aspira a cultivarse y a construirse, deberíamos empezar por conocer con qué recursos contamos, por conocer el carácter de uno mismo como espacio viviente que aspira a la arquitectura, a ser arquitectura, a ser algo, alguien, a tener un nombre, a hacerse un nombre propio, sí la reunión de la arquitectura y la psicología pasa por el sentido de propiedad del nombre propio, sí así de íntimo es el matrimonio entre la arquitectura y psicología entonces lo que llamamos vida cotidiana no es sino la interpretación en acto de amabas como tragicomedia de nosotros mismos. Sin dicha interpretación no estaría ejercida nuestra función de arquitectos de nuestro proyecto vital, y sin dicho ejercicio no estaría justificada tampoco nuestra propia existencia.
Estas son las coordenadas de la ética y de la responsabilidad subjetiva en el campo de la psicología poética, coordenadas que localizan la interpretación del instrumento que significa un deseo propio, el refugio construído en función de su propio despliegue, un recorrido que va de dentro hacia fuera y que en este sentido toma forma, continuidad y tono. Esta forma, continuidad y tono es el cuerpo mismo, su pulso y sus pulsiones.
La poesía de la psicología humana se expresa en la construcción de espacios donde dispositivos de confort son sostenidos y compartidos por el sujeto conmovido por el otro.
La casa, la familia, la escritura, la música, la soledad, el beber, el comer, el coger se reinterpretan y se confunden con el soñar que una vida de clase media, por ejemplo, merece más la pena que una vida en situación de calle, cuando no es sino en revelar la futilidad de la supuesta movilidad socio-económica de Occidente, donde la psicología poética más brillantemente alumbra la orientación de nuestro caminar.
La riqueza es ese saber hacer que la poética dona a la psicología para demostrarle al sujeto que todos los dispositivos con los que vincula su cuerpo y sus afectos, son hondamente reinterpretados en cada uno de sus rasgos transculturales y socio-históricos, pues el origen real de la pobreza empírica no es económica sino cultural, es decir, psicológica.
Tomemos la definición de cultura a partir de la enseñanza de Frank Lloyd Wright "Culture is the development of the thing by the way of itself". La cultura es el desarrollo de la cosa por el camino de sí misma ¿Pero a qué cosa se refiere? Se refiere a la cosa pública, a la cosa humana, sexual, privada, erótica, divida consigo misma, esa cosa que es el ser humano, específicamente a sus caracteres poéticos que son el hombre y la mujer.
La cultura así entendida nos permite una lectura que va desde las razones del conocimiento hasta la causa del deseo, como dice Rilke "no tanto para resistir la presión de la circunstancias como utilizándolas para penetrar gracias a ellas en un nivel más denso, más original, profundo de la propia Naturaleza". Esa Naturaleza con N mayúscula es el ser humano y en su diálogo interno nos ubicamos nosotros en éste topoanálisis de la lengua.
Para tomarnos la vida con seriedad, asumirla con todo su peso, verla en toda su verdad, el poeta no recuerda que lo terrible y lo consolador se aproximan hasta ser una y la misma cosa, una misma sustancia, por eso hemos de buscar en nosotros mismos la materia con la que vamos a hacer nuestro camino, adherirnos al aquí y al ahora en su sentido más profundo, reconocer ritmos y repeticiones para reorientarnos y ejercitar el saber estar que es la base del bien-decir y el bienestar.
Rilke nos recuerda que "el único privilegio del ser humano se muestra allí donde consigue introducir en lo ínfimo la oculta grandeza de sus relaciones" pues precisamente lo que hace grande al lazo humano es la forma tan fuerte que tiene para mantenerse atado y darle forma a la vida de millones de hombres y mujeres a lo largo de los siglos y culturas, a través de los tiempos y espacios más remotos y distantes, más allá de la vida y de la muerte.

Gran Piramide de Giza, 4.500 a.C.

Chichén Itzá. Templo de Kukulkán. 525 d.C.
Las relaciones del ser humano y su psicología individual se comunican con el otro a través de una frecuencia y unas vibración emocional, ese vínculo místico es el amor, el Eros, y al mismo tiempo el odio que puede permanecer en el cuerpo por un tiempo indefinido, esa indefinición de la tensión de los vínculos humanos es a lo que nos referimos con el nombre de religioso en el carácter que le damos a los dispositivos de apego a la vida y al otro.
Ese carácter religioso del apego inconsciente conforma las instituciones de lo público y lo privado, mientras define una superficie que llamamos subjetividad y confecciona una realidad psicosocial objetiva y determinada.
Dicho carácter religioso es la base del gesto que hace posible que un sujeto sea causado en lo real, o lo que es lo mismo, la aparición de los primeros estadios del Yo.
Ese carácter religioso que levantó pirámides en ambos lados del Atlántico para honrar la sepultura, a los dioses y a los héroes, ese carácter fuertemente ligado en nosotros permite que haya consistencia suficiente para que se produzca un pliegue, este pliegue psicológico es lo hace que nazca la razón del entendimiento, un pliegue que permite a la intuición doblarse sobre sí misma produciendo un espacio que llamamos con toda propiedad reflexión, pues se manifiesta en nosotros como una potencia por reflejo de la identificación con el discurso del Otro y con su imagen inconsciente.
Veamos a cada una de estas dos identificaciones por separado y leamos cómo se entrelazan.
La identificación con la imago del Otro define las relaciones espaciales del bebé, primeras en manifestarse antes que de que siquiera lo haga el habla, y será aquella identificación la que constituya el espacio para dibujar la imagen inconsciente que es el Yo. El resultado de esta identificación es el régimen del funcionamiento del dominio imaginario del alma, así como la proyección del espacio y de la extensión de todo el mundo corpóreo. El lazo profundo de esta identificación con lo real es lo que permite la comunicación entre los objetos y las emociones.
La identificación con el discurso del Otro establece en el ser hablante las relaciones temporales del sujeto con su cuerpo, desde el ritmo y la melodía de la cadencia del habla hasta los ritmos de la vida cotidiana y su vínculo con el semejante, es decir, esta segunda vuelta por la identificación alienante al otro, es la que permite la separación que es el pensar, pues expone la necesidad de que buena parte de ese proceso sea inconsciente.
El carácter religioso de las bases de la psicología radica en la identificación, precisamente porque la identificación supone un nudo alienante con el otro, lo que hay de idéntico en esa alienación al otro es un apego que nos reúne en tanto que pensamiento y extensión y ese nudo, esa reunión es un lazo religiosamente construído en cada lazo humano.
La tesis de alguien como Giambattista Vico expone de hecho que las primeras formas de civilidad que alumbraron en la Historia humana, lo hicieron a través de las religiones y solo mediante el ejercicio de las mismas fueron saliendo de la pobreza los pueblos sobre la tierra, pues mediante la regulación de los apegos que suponen los lazos y leyes de las religiones civiles, se pudo recibir a extranjeros, gobernar locales y defender los territorios conquistados, situación que facilitaría el comercio y la navegación, es decir, la dominación erótica del hombre por el hombre.
Ese carácter religioso se apoya en la evolución de la lengua misma, pues religioso proviene del latín religiere, religado o mejor dicho ligado con fuerza, y se manifiesta tanto en lo privado con las religiones mistéricas, que suponían un descubrimiento propio a través de la iniciación en los misterios, o sea, los cultos cerrados, íntimos, privados, como en lo público con las religiones civiles, por ejemplo, el derecho romano o el espectacular sistema republicano democrático bipartidista en tantos países aplicado actualmente.
la psicología es poética precisamente porque conserva siempre algo de ambas identificaciones, tanto al discurso como a la imagen inconsciente del otro.
Las más arcaicas creaciones del alma humana en su Historia fueron las lenguas mudas hechas con gestos que imitaban la naturaleza, luego cuando el habla nos fue dada y nuestra lengua poseída lo primero que se vino a nuestros labios, en todas las naciones y tiempos de la Humanidad, fueron los versos cantados a los dioses, en cualquier cultura o religión, un clamor fue lo primero que se cantó, un canto a las necesidades infinitas de las que forma parte la Humanidad en la cadena de lo vivo.
Durante la época imperial romana ocurrió un fenómeno de sincretismo religioso entre cultos latinos, divinidades africanas y tradiciones orientales, esto se repitió durante los siglos del descubrimiento y conquista de América Latina a través del mestizaje del saber negro africano, la mitología indígena y la fé cristiana hispánica.
Este sincretismo ecléctico es el hilo conductor que va desde el descubrimiento de América, la revolución Americana, la revolución Francesa hasta la revolución Industrial, estas son las bases de las transformaciones que moldearán la psicología del hombre moderno, es decir, la transformación de su realidad por la revolución de sí mismo, o al menos esto es lo que se creyó hasta la revolución informática y digital.
De una forma fabulosa el hombre dominó al hombre a través del Logos, que precisamente significa fábula en griego, pues a través de la fabulación del origen del mundo, del tiempo y de la especie, cada nación tomó un carácter propio pero compartido con otros pueblos de la tierra, de modo que es con mitos, ritos y cultos como se han levantado todas las civilizaciones y los imperios, siempre acompañados de ese sentido mágico-religioso, ese sentido de fabulación mítica.
En el debut del siglo XX el psicoanálisis acentúa el carácter represivo de esa ligazón que hay entre la ley simbólica y la economía pulsional del sujeto como germen del malestar en la cultura, al mismo tiempo, esa represión que hay en la sexualidad por el tótem de la lengua constituye el origen para la causación de la subjetividad y como hemos visto, también para la construcción del propio Yo.
El carácter religioso de la psicología humana se define de dentro hacia fuera por el insondable apego al Otro, por su vínculo y dependencia con mi cuerpo y con el orden cultural y simbólico de mi época. Desde dentro hacía las bases religiosas de la psicología se organizaron a través de ritos que acabarían por dar nombre a la especie misma, como por ejemplo la sepultura, del verbo humare en latín enterrar, sepultar dió forma a una cultura propiamente humana o que conserva el rito y la tradición del entierro y la sepultura.
Las nupcias solemnes que permitieron la trazabilidad de las relaciones de parentesco y la prohibición del ejercicio del incesto, parecen reinar en todas las formas de lazos culturales existentes como ritos que permitirían poner nombre propio a las gentes y poco a poco a sus familias y clientes. Así se conformaría la primera forma de propiedad privada, no solo por la propiedad de los nombres propios, sino porque el rito matrimonial aseguraba al hombre que nombraba suya a una mujer, poseer de ella la matriz de la cual habría de venir su estirpe. Así confeccionamos dos modos de dominación sobre el terror a lo desconocido externo y a lo desconocido interno, uno con la ocupación de la tierra la otra con la ocupación del cuerpo femenino.
De este modo el establecimiento de mitos y ritos ha sido desde siempre la base de todo culto humano, cultos como la palabra por ejemplo, caracterizan la simbolización del espacio interior de la vida individual y del afuera de la vida colectiva, social y comunitaria, los cultos marcan una separación y un ritmo entre lo que llamamos la vida pública y la vida privada formando una sola superficie que es la psicología misma.
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Que la poesía es reunión de los extremos se manifiesta en que las primeras formas de producción oral fueron cantos y clamores versados a las necesidades eternas de las que el ser humano es objeto, donde los sacerdotes-padres-reyes de los primeros tiempos heróicos arcaicos constituyeron con estos cantos las teogonías de las naciones antiguas, estas teologías míticas fueron poco a poco racionalizándose hasta formar las bases abstractas del Derecho Natural y Civil de las diversas formas de civilidad sobre la tierra.
Este paso del mundo de los dioses al mundo del derecho forma parte central de las bases religiosas de la psicología, fue ese paso que dieron los seres que aun no siendo humanos se inventaron a sí mismos una fábula, un cuento por medio del cual dieron sentido a fuertes tensiones y afectos que sentían en comunicación con el Universo, un sentido de pertenencia que finalmente causaría los primeros asentamientos, la lectura de los astros, el desarrollo de la agricultura y con ella las primeras formas de ritmos vitales, la formación de un sentido del movimiento de la Historia a través de mitos y ritos, desde ahí tomaríamos los pilares de la futura estructura del Estado al mismo tiempo que la estructura de Dominación que es la formación de la psicología y la Cultura.
La mitología de cada pueblo es su fabulación acerca de dos preguntas fundamentales: ¿Cuál es el origen de la lengua? y ¿Cuál es el origen de la materia? Sobre las respuestas a estas preguntas se construyen simultáneamente la psique individual y la comunidad sociocultural. La arquitectura que interpreta a ambas funciones y el ejercicio del urbanismo que lo construye hoy y hace dos mil años, son los verdaderos motores de la Historia cuya emergencia en lo real es el obrar poético, épico, heróico, fabuloso y tensamente atado consigo mismo que es el devenir de las naciones.
La fabulación poética del hombre y de la mujer es hoy quizás una de nuestras facultades menos recordadas, pero sigue allí como potencia creadora y dominante del lazo social humano. Es eso lo que sigue dirigiendo cual timón inconsciente nuestra manera de pensar y domina nuestra manera de construir y de habitar.
Seguimos teniendo nuestras religiones civiles y nuestros cultos cívicos, lo sabemos pues podemos leer en Occidente que la base del Derecho Civil romano no fue sino la lectura racional de la teogonía popular griega, es decir, la jurisprudencia latina, base del estado de la materia psicológica y civil de la sociedad occidental, tiene como fundamento una teología civil razonada, donde cada necesidad humana tiene su propio mito, rito y culto tanto en lo íntimo del alma y como en lo público de la sociedad.
Aquello a lo que en Grecia solemos tomar por mitología en Roma adopta la forma del Derecho, ese es el lazo entre los mitos y los ritos con el culto por las leyes, entre los Tótems y los Tobús de una sociedad y de una cultura. Este lazo perdura hasta nuestros días.
Si en todas partes los hombres comenzaron a entrar en razón, a civilizarse y a comerciar a través del intercambio casi divino a través de la palabra, de la guerra y las religiones, entonces podemos leer también que en esa repetición hay un principio esencial de las bases religiosas de la psicología del ser hablante, el cual no dudamos en llamar el Principio Psicológico del Terror.
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Máscara trágica griega

Máscara ceremonial Maya
Dicho principio del terror alude al hecho esencial del vínculo con el Otro a través de la pregunta por su deseo y la medida de angustia que este deseo implica para el sujeto, una medida construida a escala de la fé en sus mitos que son sus propias pulsiones.
¿Qué queremos decir cuando decimos que la vida es real? Demasiado real para asimilarla sin darle y tomarle una dimensión propiamente humana, esa dimensión la encontramos en nuestra economía pulsional, en aquellos mitos que regularon de una forma que llamamos humana o poética los apetitos y la vanidad en el desarrollo de las naciones.
Los mitos son formas sistemáticas de ver, de comprender y de reaccionar ante el mundo, de manera tal que si la evolución de la Humanidad es también el desarrollo de la lengua y con ella de la psicología misma, entonces no es sorpresa que todas las lenguas mitificaran sus orígenes a través de fábulas que pusieron en marcha la Historia de los pueblos.
Hablar en fábulas fue la primera versación poética y los mitos la lengua materna de nuestros apegos, de nuestra manera de crear la realidad en un sentido propiamente humano.
La familia, el hábitat, el desarrollo individual y del Estado son mitos modernos que sustentan en la actualidad contemporánea, son lo que queda de las civilizaciones anteriores en nosotros, nos recuerdan que aun compartimos modos de producir y conocer nuestra Historia y nuestra vida.
El vínculo de la fabulación mítica con los ritos tanto público-civiles como privados e íntimos, se expresa a través de la experiencia existencial que todo rito implica en tanto que experiencia atravesada por un discurso que entrelaza lo íntimo con lo público y lo privado con la comunidad.
El rito enlaza la palabra con el acto, reúne a lo simbólico con lo real, así cada rito humano es una elaboración de un pliegue de la subjetividad con la objetividad del lazo social en el tiempo. Es en sí una forma de dominar y de entender la construcción de la realidad simbólica.
Los ritos públicos forman parte de las religiones civiles que hoy en día nos siguen acompañando, estos se expresan en las ceremonias alrededor de la comida, del sexo, de las celebraciones y de la muerte, religiones civiles como el ejercicio y la práctica de las formas así llamadas democráticas, cuando es por todos sabido que pueden terminar siendo meros actos vacíos como el voto si no se hacen acompañar también del mito de la división del poder público y del culto al misterio de la soberanía.
Este tipo de acto ritual se define por un efecto que produce el rito como tal, un efecto de distanciamiento y acercamiento simultáneo, ya que mediante la invocación de palabras consideradas sagradas o movimientos específicos, se alejan unas cosas y se acercan otras de la vida del iniciado. El efecto del rito es marcar un corte, un ritmo, una presencia y una ausencia, un efecto que los antropólogos llaman apotropaico, del griego apotrepein - alejarse, es el efecto mágico que tienen los ritos y las palabras en la vida de esta forma de saber.
Por lo tanto si toda la Humanidad se acercó a la función inconsciente del Rito, vemos entonces el efecto de alejamiento o acercamiento que mágicamente experimenta el sujeto cuando atraviesa el acto del rito, cuando dice ciertas palabras y realiza ciertos movimientos, es ahí un alivio mágico sobre el terror a sí mismo, al Otro, a no saber qué quiere el Otro de mi. Con el rito damos una respuesta a esta demanda, mientras mágicamente creemos cerrar por un momento la herida real de nuestro inconsciente de donde brota toda angustia y todo dolor.
Así es como el voto es, por ejemplo, ese acto por cuyo efecto apotropaico entendemos hoy en día este tipo de creencia mágica que la participación en la cosa pública supuestamente implica, la misma creencia mágica la percibimos en la ciencia y en la tecnología.
Un efecto de alivio mágico ocurre en los ritos públicos y privados que acompañan nuestra psicopatología cotidiana, pues la necesidad psicológica de hallar cierta seguridad, cierto saber, cierto confort es como una herida que no cicatriza nunca del todo.
Son los juegos de palabras, los circunloquios, las perífrasis, los eufemismos, las groserías y las cosas que dan risa los estructurantes de pequeños ritos que vemos aparecer constantemente en nuestra vida diaria por el efecto aliciente que tienen sobre el alma.
Debemos estudiar y comprender a fondo la relación que existe entre energía y fuerza, pues es esencial no solo para leer el movimiento mismo de la Historia y con ella del malestar en la Cultura, sino también para la confección de la psicología poética pues la energía que en nosotros es angustia se traduce por la fuerza en terror sobre el lazo social. De la dinámica entre nuestra energía que es angustia y las fuerzas de la demanda, de la necesidad y del deseo, surge el nudo que en el alma humano es el inconsciente.
Es el mismo nudo hecho de energía angustiada y atravesado por las fuerzas aterradoras de la necesidad, de la demanda y del deseo que Freud reconoció en la lucha del Yo por servir al Ello y a al Súper-Yo.
Los ritos privados modernos siguen siendo formas de producir y transmitir un saber: la higiene personal, el comer, el beber, el drogarse, el coger, todo aquello que hemos reconocido como dispositivos y técnicas de apego a la vida y al Otro, son formas herederas de actos que han sido siempre motivo de ceremonias y ritos en la tradición humana. Alicientes ante (el principio psicológico del terror = angustia interna x horror externo)
Ese saber así transmitido es esencialmente inconsciente, de ahí su carácter secreto, un secreto a voces acerca de la falta de garantía en el lugar del Otro, una falta que hace espacio para que la pregunta ¿Qué soy ahí? pueda formularse y resonar. La respuesta a esta pregunta es el acto que supone a la función del rito como parte estructural de la cultura y de la psique.
Ritos y magia es lo que hay que hacer para responder a las necesidades pulsionales, a las demandas sociales y al deseo que no puede cumplirse pero tampoco abandonarse, es lo que nos queda después de tamizarnos en el devenir eterno de la Historia y ver qué es lo que queda.
Permanecen los misterios de la mujer y del hombre, del amor que los une y del goce que los separa, transformando con ellos el devenir de las naciones, pues cada ser humano es lo que es en virtud de que cada uno justifica la existencia de los otros.

Cerámica Moche, arte erótico pre-incaico, siglo II a.C.
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Fresco erótico, Pompeya. Siglo II a.C.
La vida es religiosamente humana porque es compartida y el modelo que conforma la infraestructura social se explica en la medida en la que cada elemento del mismo condiciona a los otros a la vez, reflejándose como hemos visto en lo que hay de idéntico en la identificación con el discurso y la imago del Otro, así se constituye la vida de una sociedad y la psicología de cada ser humano.
En el hombre y en la mujer no se realiza un carácter exclusivamente general de la especie pues cada hombre y cada mujer es en sí la dignidad de su propia idea, de ahí el carácter fuertemente atado del nudo entre necesidad, demanda y deseo, un nudo que encarna con los actos la tensión del vínculo con el Otro y con la vida.
Cada sujeto es una especie de sí mismo pues el hilo conductor de la idea humana es lo que llamamos aquí el carácter religioso de la especie, o sea, ese rigor fuertemente tensado, razón de la mística de la que somos capaces de ser objeto, esa mitología ritualística que confecciona los pliegues de nuestra subjetividad como borde de la objetividad empírica, es la verdadera razón de que nos preguntemos por el misterio de la permanencia del mundo en el ser y en la memoria.
Ese misterio de la permanencia de las imágenes y las palabras en el alma, esa idea de que nada de lo vivido puede nunca abandonarnos la encontramos en La psicología de los procesos oníricos de Freud, con este esfuerzo hemos tomado la tópica freudiana y ampliado su lectura, pues la permanencia de la materia humana se construye en lo social a partir del terror a lo desconocido y su lazo con el amor sexual por el Otro, como vimos con el dominio del terror de dentro a través del cuerpo femenino y el dominio del terror de fuera mediante la ocupación de la tierra a través de la sepultura.
Creemos que somos por esto grandes seres racionales mientras no vemos que el desastre eco ambiental actual habla vivamente de nosotros como contradicción, encarnación de un amor al otro sin saber-hacer con el resto que queda cuando pasa el tiempo, el consumo y la vida. Creemos que parte de ese saber-hacer se agencia en los mitos, ritos y cultos que conforman las bases religiosas de la psicología. Estas bases y sus principios nos enseñan que somos la expresión de un apego a la vida que se manifiesta en el dolor y en el goce que la dinámica de energías y fuerzas producen en eso que llamamos el hombre y la mujer.
Ese apego inconsciente por la vida es un ardor que se transmite en la palabra y que es lo que vehiculiza los afectos, un ardor que quiere decir un goce que se consigue por la apercepción del objeto en la medida en la que está ausente, esa falta que atraviesa de cabo a rabo la condición de lo viviente es lo que produce la activación del deseo que es el obrar.
La raíz de todo deseo es la posesión, la hegemonía y la dominación que ejerce sobre nosotros el deseo como deseo del Otro, lo cual implica un lazo imborrable entre el amor, el deseo y el dominio.
Puesto que los vínculos amorosos son los lazos sexuales que constituyen nuestro mundo y las dinámicas de poder en él involucradas, el deseo y el amor son los símbolos más importantes de esa Hegemonía del apego inconsciente al Otro sobre nosotros.
El primer gesto de amor (eros) y de dominación fue el hábito de la palabra, del griego Emesato que es mensaje, de ahí Erotan que significa interrogar devino Eiren que es hablar, recordemos que Hermes o Mercurio es el mensajero de los dioses, de modo que ser poseído por la palabra era acceder al poder de los dioses mismos, tanto en la antigüedad como hoy en día, el poder hablar como acto de nominación significa poder acceder al mercado de las ideas, al comercio del saber y es lo que ha hecho que hoy nademos en este mundo de mercancías hechas totems mientras asistimos al desplazamiento de los tabús convertidos en fetiches.
Los dioses del dinero y del consumo actual nos recuerdan el segundo principio que conforma las bases religiosas de la psicología, el principio psicológico de la idolatría. Este principio se refiere a la capacidad de nuestra mente para convertir el rasgo identificatorio con el Otro en un Ídolo, en un Ideal, en una Idea, en un Icono, y tiene que ver precisamente con la dimensión temporal que en el sujeto hablante permite la anticipación del verbo sobre la acción, es decir, la propiedad del sujeto hablante para suponerse lo que falta a la verdad para ser dicha, esa autoridad de la que nos sabemos investidos al hablar o mejor dicho, al ser hablados por la lengua.
Este principio participa de la propiedad del aparato del representar para extraer del contacto con el Otro la forma de mi propio Ideal del Yo. El principio psicológico de la idolatría es una respuesta de nuestra alma a la falta de amparo que experimentamos en la vida, la construcción de ideales e ídolos forma parte de la sintaxis del inconsciente, de la Historia de la Humanidad y de la esencia de la psicología como sostén del obrar.
Si el primer principio nos vinculaba con el amor al saber, al lazo con el tiempo, al ritmo con el otro, entonces, el segundo principio de la Idolatría nos acerca al espacio que se escribe como ciudades construidas en honor a un solo hombre considerado como un dios, al espacio informático y mediático donde construimos los ídolos modernos.
El principio de la idolatría es una respuesta a la falta de sentido en el lugar del Otro. Lo queramos o no la parte poética de nuestra psique de psuje en griego "aquello que transporta el movimiento de las cosas en el alma" se encuentra íntimamente relacionado con la parte de nosotros que está diseñada para crear sus propios Ídolos, para crear y fundamentar sus propios sistemas de dominación y sus dinámicas de fuerzas a las cuales devotamente someter su energía.
El último principio que mencionaremos ya lo hemos conocido a lo largo de estas líneas, es el principio poético de la psicología. La poesía como efecto divino de los temores más hondos del alma, es aquello por lo cual resulta asombroso que la poesía de la que somos letra viviente, pulso y resonancia de esa sangre, muerte, dolor, añoranza y languidesencia, sea precisamente la elevación Ideal de todo lo que es ciertamente Real en la vida.
Finalmente quisiéramos agregar que si las primeras declamaciones míticas incorporaron siempre un carácter heróico, asociado comúnmente con la idea de un hijo concebido por la unión de un dios con una mortal o viceversa, es una manera arquetipal de explicar que no hay relaciones eróticas que no pasasen por una cierta forma de heroísmo. El héroe es el símbolo de ese ardor que hay entre lo divino y lo mundano en el ser hablante.
Así todas las mitologías tienen sus héroes pues cada sociedad permite la expresión cultural de la sexualidad de un modo u otro, pero todos tienen en común haber repetido íntimamente ese vínculo entre erotismo y heroísmo como esencia del principio de la poesía en la psicología, poesía que hoy en día nos hace preguntarnos si el deseo podría saber-hacer consigo mismo más allá de esa lucha que es su propia épica, y entendemos que quizás no hay horizonte del deseo que no conmueva el heroísmo de la vida cotidiana ante el aburrimiento, el dolor y la muerte.
La regulación misma de la erótica cultural pasa por la idea y el lugar que la épica del deseo tiene en el espíritu de la época. La campaña por mi mismo que vemos hoy en día en las redes sociales donde todos somos una pequeña emisora de televisión cuya programación y publicidad es mi vida privada, es a su vez la expresión del vínculo entre erótica de la imagen y heroísmo económico-mediático en nuestra época.
De manera tal que si recordamos la definición de cultura de Frank Lloyd Wright "La cultura es el desarrollo de la cosa por el camino de sí misma" entonces veremos ahora con más claridad porqué decíamos que esa cosa a la que su definición se refiere es la vida misma dividida entre la pregunta por el sexo y la pregunta por la muerte, esta es la cosa erótica que estudia la psicología poética y a partir de la cual evoluciona la Lengua, la Cultura y la Historia.
Dos preguntas y dos respuestas inconscientes, el primer par conforma al Yo y el segundo a la Cultura, realizando así las 4 raíces sobre las que finalmente se sostienen las bases religiosas de la psicología y sus principios del terror, de la idolatría y de la poesía.
Seguiremos...
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