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La dialéctica del adentro y el afuera

  • Andres E. Borregales M.
  • Oct 22, 2019
  • 3 min read

Nota del Editor: Capítulo IX del Topoanálisis

Desocupación no cúbica del espacio, Jorge Oteiza,

"Todo ha de gestarse antes de nacer"

Rainer María Rilke

Llegando al final de nuestra exposición vamos a terminar hablando de lo que ha estado presente, de algún modo u otro, a lo largo de todo nuestro recorrido, a saber, el sentido del espacio en topoanálisis.


El sentido del espacio es una función que el espíritu reconoce tanto cuando el cuerpo entra en una alcoba, como cuando el alma sale de un discurso.


El adentro y el afuera son ese mito sin el cual no podemos vivir, son los elementos dialécticos mediante los cuales sentimos el desarrollo en nosotros del sentido del espacio, recordando siempre que esto sucede gracias a la mutua inmersión del sentido externo con nuestro sentido interno, el tiempo.


Así intercalamos a lo largo del camino las significaciones que le vamos dando a nuestras vidas, mientras que dichas significaciones se reúnen con el inconstante ánimo del cuerpo, nuestro objeto por antonomasia, y lo hacen ser más que una mera sombra, mucho más que un mero volumen jugando bajo la luz.


La dialéctica del adentro y del afuera, a partir de las experiencias cardinales del cuerpo propio y del encuentro con el semejante, nos permite concebir al ser del animal hablante como un espacio.


Por eso al ser no se lo conoce directamente pues no es un objeto cognoscible sino un espacio habitable, una habitación que se encuentra en mi, en mi cuerpo y que a su vez siempre está en la frontera de la relación que guardamos con nuestros semejantes.


Esta habitación no puede ser causa de sí misma, pues como sabemos el ser-espacio ya lo conocemos desde el vientre materno, así somos continentes para unos y a la vez también contenido de la vida de otros.








Caja vacía, Jorge Oteiza, 2003.







El topoanálisis busca revelar el drama de nuestra alma de una forma poética pero no trágica, pues en el hábitat del ser-espacio resuena el eco de nuestra voz, sin embargo, por obra de la dialéctica en cuestión estamos condenados a escucharla como mensaje invertido que nos viene de fuera, que nos viene del Otro.


Estamos encerrados en el afuera de esta vida cotidiana con la cual no sabemos qué hacer, sumergidos en una superficie que nos comunica con la inmensidad y a ésta con las fuerzas poéticas del corazón, de modo que será siempre una elección subjetiva cual personaje interpretamos en esta novela, o dónde nos encontramos con respecto a la potencia de nuestra propia intimidad.


La superficie del cuerpo es un tejido hecho de dolor, su obrar describe una superficie que llamamos subjetividad y cuyo camino bordea el agujero de nuestro ser mientras conocemos el vacío de la realidad.


Creo que este camino ha sido una vía para reexaminar la relación con nuestro cuerpo, espacio entre espacios y objeto entre objetos, pues esa superficie vivida con dolor, angustia o placer, es el lugar donde se recibe el don del amor y donde se experimenta toda quietud y toda paz.


La imaginación radical de la psique humana sólo se puede liberar desde dentro, así lo creemos pues hemos estudiado y vivido las experiencias topofílicas del arte, el psicoanálisis, la arquitectura, etc es este recorrido por la superficie del alma humana.


Finalmente, el topoanálisis nos recuerda la enorme potencia creadora de nuestra imaginación, recordemos la semilla poderosa de ésta en cada imágen habitada a lo largo de toda nuestra obra, en ella hemos buscado acercar, esperemos con algún éxito, al ser del animal humano como esa superficie que acerca y que separa, que nos pasea por lo idéntico y por lo diferente, una superficie que difumina y comunica el adentro con el afuera.














 
 
 
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