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Entre gallos y medianoche

  • Andres E. Borregales M.
  • Aug 19, 2018
  • 8 min read

Tres icosidodecaedros, 1977. Gego

Nota del editor: Texto realizado en el contexto de la lectura de "La interpretación de los sueños", aun bajo el auspicio de la investigación sobre la psicosis.

Entre gallos y medianoche






Esta búsqueda nos trae de nuevo a dialogar con la arquitectura ya que desde siempre la estructura ha sido nuestro horizonte.


De este diálogo pretendo dibujar el puente que necesitaremos para poder cruzar hacia nosotros mismos.


Así como Le Corbusier buscó una arquitectura en el arte de construir, así en el psicoanálisis la arquitectura es el decir y la conducta entera la construcción a interpretar.


Tomemos la casa, estudiar la casa es de inmediato abordar el problema del espacio, del otro, es decir, del campo imaginario como tal, un campo donde se articulan relaciones afectivas, esto es reales, que revelan la grandeza y la pobreza de las intenciones humanas propiamente hablando.


Sí para Le Corbusier "la emoción arquitectónica es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz", yo terminaría diciendo en lugar del "bajo la luz" más bien sobre la actividad del ojo dado que no hay luz sin ojo que la vea.

Esta emoción es en psicoanálisis la experiencia de un goce, a saber, un vínculo con la vida, esto es con el dolor, un goce que se repite en un nivel del aparato psíquico como tal, en el yo, mientras que en otro lugar del mismo se experimenta como satisfacción pulsional. Ahí sucede la emoción arquitectónica, ahí se experimenta lo real del goce en el cuerpo, más allá de éste como mera representación. Eso se afecta.


De esta relación entre lo imaginario y lo real es de lo que estoy hablando ahora, entre el espacio y la materia (forma+cualidad).


"Un plan en arquitectura procede de adentro hacia afuera porque todo

exterior es el resultado de un interior" Le Corbusier.





Es increíble que lo anterior haya sido dicho así de claro por un arquitecto y no por un psicoanalista, habla bien del arquitecto que sabe que la lengua nos habla y muy pobremente de los analistas que solo conocen la lengua que hablan entre ellos.


La animación del registro imaginario en el anudamiento de la subjetividad, implica la conformación del sentido externo, es decir del sentido del espacio, y a su vez involucra la afirmación equivalente en el sentido interno, esto es la metonimia y el tiempo. Así se produce la reunión de la topologÍa subjetiva que llamamos RSI- Lo real, lo simbólico y lo imaginario, cada uno en relación con el otro.


La materia, el tiempo y el espacio es nuestro modo de nombrar estos registros en funciones mentales principales con la convicción de aportar claridad a nuestro campo.


El arquitecto obtiene una creación del espíritu, una obra real a través de un procedimiento que proyecta la representación imaginaria en el espacio, en el análisis me parece que el paciente atraviesa posiciones imaginarias que sostienen articulaciones simbólicas, las cuales el cuerpo vive y experimenta en lo real.


Volvemos entonces al pliegue Imaginario-Real / Espacio-Materia que es lo mismo.


La elección inconsciente de las identificaciones es la manifestación permanente y real de un carácter sólidamente fijado, sin embargo la raíz de ese carácter es a su vez especular y por ende imaginaria. Un ejemplo que ilustra lo que estamos diciendo sería el típico comentario "te paras igual que tu padre o caminas igual que tu mamá" y todo ese tipo de cosas, es decir, nos estamos preguntando:


¿Cómo se produce ese apego a la vida en lo real con la forma del registro imaginario?


Diremos que por medio de la alienación elemental que representa la imagen inconsciente del cuerpo del otro, a saber, la imagen de la especie cuya forma asumo como la de mi cuerpo propio en la captura imaginaria, en sentido estricto esto delimita la situación de mi cuerpo en tanto que objeto en el espacio. Esto es una ampliación de los límites que dibujó el estadio del espejo de Lacan.


De este pliegue tan interesante de la subjetividad no deberíamos dejar de mencionar el lugar de la familia en la cultura, me parece que al haber mencionado la función de la casa la asociación es casi inevitable.


La cultura quiere decir discurso lo cual quiere decir a su vez tiempo.


Sin duda el psicoanálisis aparece cuando esta institución de la familia caía en desgracia en el discurso de finales del siglo XIX, por lo que no es en vano que en el siglo XXI y después de Frederich Nietzsche nos estemos preguntando que hacer con ese ideal, con esa idea, con ese significante que nos viene del Otro qué es y qué implica la familia.


Para mi eso es real porque no tiene representación en el inconsciente, sin embargo condiciona una repetición en la conducta íntegramente.


Toda idea como todo ideal es una anticipación a una forma de ser en el tiempo, por lo que la familia, solo se puede realizar en los actos, es decir, la familia es algo que se hace con cada acto del cuerpo propio.


Hace un año que leo a Schopenhauer, ya no es secreto para nadie, por lo que me preguntaba cómo sería leer a Freud ahora y ver cómo ambos autores pueden relacionarse, he tomado a La interpretación de los sueños como el primer libro para seguir ese camino.


A continuación elaboraré las anotaciones de ese trabajo siguiendo con lo trabajado hasta ahora acerca del pliegue R-I, Real e Imaginario.


En la página 44 de "El mundo como voluntad y representación" Schopenhauer habla de los sueños y de su parecido con la vida de la vigilia, la dificultad para diferenciarlos, indicando de una manera muy hermosa cómo el contenido onírico de nuestra vida anímica y la vigilia consciente son páginas del mismo libro, cuya lectura conjunta se llama la vida real, también éste último real tomémoslo en el sentido de imposible porque nadie sabe qué es la vida.


Freud comparte la misma idea de que los sueños guardan una conexión interna y que si bien se repiten son como las páginas leídas de un libro, también esa conexión toca los acontecimientos nuevos de la vida y lo inconsciente en la obra señalada.


Así mismo ambos autores utilizan el criterio del despertar, es decir de la pérdida, como la forma elemental en la que se expresa el diferencial más propio entre el sueño y la vigilia.


Al permitirse examinar las similitudes del sueño y la vigilia cada uno nos enseña a su manera que mi cuerpo es también una representación, un objeto para un sujeto.


Ambos autores apuntan a que la afección sensorial interna o externa es sorda y sin significado antes de que las operaciones psíquicas primarias, desplazamiento y condensación, sean puestas en marcha en la representación. Esto quiere decir que la sensibilidad y la irritabilidad de nuestro cuerpo están tomadas por el deseo.


Ni siquiera la forma del cuerpo propio en lo imaginario nos es dada solo a partir el mero sensorio, solo en la reunión de la representación simbólica, que introduce el sentido interno, con la representación imaginaria se articula el sentido externo, esto es el cuerpo y el espacio.


Recordemos que todo exterior es el resultado de un interior, de ahí la reflexión que nos lleva a abrazar tanto a la arquitectura como a la música dentro de la experiencia analítica propiamente hablando y el discurso que de ella derivamos.


En este sentido sólo en la representación simbólica, es decir en el significante y su metonimia, se nos presenta nuestro cuerpo propio como algo extenso, articulado y orgánico. Dicha representación se articula en lo real de acuerdo con las determinaciones elementales de la materia por medio de su pliegue con el espacio.


Estas determinaciones son las siguientes:

Impenetrabilidad o la capacidad de llenar un espacio

Permanencia o indestructibilidad

Extensión, es decir, división infinita

Movilidad


Todas y cada una de estas determinaciones ocurren en el aparato psíquico por medio de la contingencia real entre lo simbólico y lo imaginario, articulando al cuerpo como mero objeto en el espacio con el goce que es real y determinando a su vez las características mínimas de los objetos del mundo visible, esto es de la realidad fantasmática.


Schopenhauer y Freud son solo dos puntos que yo uno con mi trabajo.


Así encuentro que los lacanianos enredados con Hegel no han entendido que la pregunta ¿Cómo se articula lo Uno con la materia? es decir el tiempo con lo real, ese pliegue casi inaprehensible de la subjetividad. Esta pregunta expuesta textualmente por Eric Laurent en la Escuela Brasilera de Psicoanálisis en 2014, no se responde en un más allá del objeto causa de deseo.


Todo el desarrollo de la teoría del "parletre" lacaniano, neologismo que toma al ser hablante por el misterio de su cuerpo, pasa por lo que estamos comenzando a desarrollar en estas líneas, el mecanismo que seguimos asegura que no caigamos en un realismo indemostrable o en un materialismo imposible, al tiempo que cumplimos la doble tarea de formalizar el registro imaginario tan cruelmente abandonado por la orientación lacaniana.


La pregunta de E. Laurent se debe responder con el pliegue R-I como tal y no solo con los objetos plus goce como él afirmó en Brasil.


La verdadera naturaleza de la llamada intuición sensible es que la misma sea representación animada por el deseo como hemos visto, por ejemplo aun con dos reflejos producidos en la actividad individual de cada ojo vemos un solo objeto en el campo visual.


No pareciera que Lacan leyera de este modo la problemática aquí abordada, Eric Laurent reporta en la misma conferencia citada la denuncia de Lacan de que el matrimonio entre la forma y la materia es otra manera de tratar de escribir la relación sexual en lo real, cuando lo cierto es que dicha relación es un certificado de su imposibilidad en los niveles mas elementales del aparato psíquico. La materia esta del lado del goce pero este no se experimenta fuera de la forma del cuerpo humano sino en los actos del mismo.


La causa es también el cuerpo propio que se pierde y recupera en la identificación con la imagen de la especie, esto hace inseparable la forma de la materia porque ya el cuerpo mismo da cuenta de esta alienación, de lo contrario no habría júbilo en la famosa reacción del niñ@ en el estadio del espejo. En lo que respecta a la cualidad esta es siempre real, es decir, oculta y esto se constata en la naturaleza de los actos del paciente por ejemplo, cuando habla. Así se vincula el goce con el cuerpo, la materia con el espacio y con el tiempo.


De modo tal que Lacan tampoco dijo misa, pero no lo vamos a crucificar por eso. Estamos haciendo nuestra enseñanza.


La mal llamada orientación hacia lo real es un salto que se hizo en el psicoanálisis de orientación lacaniana sin tener un claro estatuto de la materia en la articulación de ese discurso. La llamada Moterialité o la sustancia gozante son solo los retoños de algo de lo cual los psicoanalistas tenemos hoy por hoy que dar cuenta, tanto en nuestra clínica como en nuestro abordaje más elemental del fenómeno humano. Esto es lo que se está trabajando a partir de nuestro discurso, esa compleja articulación entre la palabra, el pensamiento y la acción que es la verdadera clínica borromea.


Finalmente deseo sentar las bases de futuros desarrollos a partir de asimilar el proceso primario freudiano con la función del entendimiento en Schopenhauer, a saber el pliegue Real-Imaginario desarrollado anteriormente y que compartimos con otras formas de vida. Ese lugar de la representación especular en la alienación a la imagen de la especie se encuentra en el entendimiento de otras especies animales.


Así mismo empalmo y leo en el proceso secundario freudiano la arquitectura de la razón en Schopenhauer, lugar de la representación simbólica que llamamos el significante. La topología subjetiva no hace sino constatar lo anterior con el raro y difícil pliegue entro lo real y el tiempo, pero eso es harina de otro costal.


Seguiremos en otra escena.










 
 
 
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