Vueltas de Tuerca
- Andres E. Borregales M.
- Feb 20, 2017
- 11 min read

Nota del editor.
Texto presentado a la comisión de profesores de maestría en psicoanálisis realizada en la cuidad de Barcelona. Junio, 2016.
Vueltas de Tuerca.
De angustias y un recorrido analizante.
Regreso a mi mirar
Como el viento
Mueve mis hojas.
J.A.
El trabajo que aquí pretendo hacer avanzar se propone presentar al lector, algunas de las articulaciones que diseña y explora el psicoanalista Jacques Lacan en su seminario dedicado a La Angustia, texto establecido bajo el Seminario X del año 1962-1963, el cual se ubíca como referencia cardinal pero no exclusiva de un andamiaje que, con suerte, intentará elaborar algunas moderadas situaciones de un análisis, tres momentos definidos para ser preciso de un recorrido actualmente en pausa.
He podido observar con atención que dentro de lo que podemos llamar el discurso científico y la comunidad que no se sabe parte y forma de su efecto, en esto estamos todos, hay una manera peculiarmente descuidada en la que la experiencia de cada sujeto es tratada. Vemos que esta experiencia es siempre encontrada bajo la sospecha del dato puro que no existe como tal, es el estorbo que vendría a impedir la reproducibilidad de unas contingencias, las cuales dentro de este mencionado discurso de la ciencia, no son posibles comprender como particulares y únicas.
Desde el psicoanálisis, el campo que Freud y Lacan formaron rigurosamente como tal a través del contacto e intercambio con espacios de transmisión del discurso analítico, así como también por mi propia experiencia de análisis, me he podido ubicar en un lugar donde quizás lo más particular es cierta oposición con lo que describí anteriormente, es decir, en el campo del psicoanálisis lo más importante es la experiencia subjetiva. Una experiencia que no es como tantas otras, donde un sujeto puede saberse como aquel de un inconsciente que le es propio, un inconsciente que lo tiene por la condición de que este sujeto haya venido al mundo en y del lenguaje, un inconsciente que es efecto de una irrefutable elección como ser sexuado.
Esta experiencia a la que me refiero, la de un psicoanálisis, es una experiencia que se construye en un lenguaje particular, lleno de tropiezos, desplazamientos y condensaciones que son los de la palabra del analizante, quien bajo transferencia con cierto analista, ofrece a este último todas esas vueltas y equívocos para que haga uso de ellos en eso que se conoce como interpretación analítica. Así pues, el psicoanalista interpreta el decir del analizante, quien es lógicamente el que transfiere este, por así expresarlo, decir.
Yo he sido un analizante y en ese curso las cosas parecieran tener una cierta forma de organizarse, forma que no se reconoce muchas veces como la del discurso de uno mismo, así sabiéndome como sujeto deseante, no puedo evitar ser tanto más responsable de esa dialéctica en especial si se trata de la organización que quiero darle a las cosas de mi experiencia, de esa que pude llevar adelante en Caracas antes de mi cambio de residencia a la ciudad de Barcelona.
He mencionado pues el mapa de trabajo que buscaré elaborar, señalando para ello la localización de tres momentos donde el afecto de la angustia se dejo sentir con todos sus vientos y centellas, durante ciertos tiempos cronológicos que no se corresponden sino en un a posteriori como efectos de significación. Estos tres momentos introducen a su vez tres campos que ahora podré articular con esa angustia, ese afecto que no engaña por no guardar una relación que sería deseable con el significante. Tres elementos, a saber, el deseo, el amor y el goce.
Dentro de lo que se puede adelantar en el campo del deseo, he de establecer que solo tomaré la inexorable referencia de un sujeto frente al deseo del Otro. En donde lo más importante es la respuesta del primero, como este responde ante la demanda del segundo y a su vez, como se recoloca al percatarse (nuevamente) de algo que le señala que si el Otro desea es en tanto que esta barrado, es decir, no está completo. A esto lo conocemos con el nombre de Castración y ha de impactar profundamente en todos los niveles de los registros subjetivos, siempre en solidaridad con lo que llamamos el deseo.
De lo que hasta aquí se podría decir, es que en mi experiencia sobre cualquier efecto en el modo de goce, el sujeto solo podrá saber en aquel apres-coup que conocemos por Freud como Nacktraelikeit, y que viene a definir una cierta temporalidad propia de la lógica que implica la operación analítica. Diríamos por retroacción de la topología descrita por un sujeto en la cadena significante, es decir en la cadena de su discurso y mas precisamente con lo que en ella no se atrapa, a saber, ese objeto pequeño (a) en función de la economía que regula en relación con el goce del sujeto.
Así pues, causado por esta hoja de vuelo que tomé hace algunos años, no puedo dejar de lado lo que al amor en mi experiencia le corresponde. Amor que es pura y simplemente transferencia, como dice Lacan en Louvain (1972) “La transferencia es el amor, pura y simplemente” Hoy podría decir sobre lo que se vive bajo transferencia como amor, que no sé qué quiere decir con puro, pero si sé que de simple no tiene casi nada.
El primer momento se refiere esencialmente a un acting out, de esos que suceden en el análisis, a veces de formas inevitables, otras veces motivados por los efectos del análisis mismo. Este tiene como límites las referencias de la escena del Otro en la cual el sujeto se sube "to act out", para actuar eso que del significante esta más acá. En este momento, la figura de un plagio es lo que el lector tendrá a bien tener en la cabeza, a fin de reflexionar sobre lo que en este punto se desarrolle.
El segundo momento busca trabajar los efectos del primero, pero frente a otras caras del problema, a saber, el impedimento ante lo ominoso, lo umheinlich, como síntoma que produjo eventos y efectos. Este segundo tiempo tratará mediante cierto desplazamiento, de presentar de la forma mas efectiva posible, lo que de articulado tengo para decir en relación al campo definible como [Inhibición – Emoción – Turbación] como columna vertebral de cierta estructura presentada en el seminario X.
Finalmente, el último momento presentará las conclusiones, no se si sean muchas pero las habrá, de lo que podríamos ver como una tercera vuelta de tuerca que, por así decir, permitió algunos desenlaces menos abruptos de lo que fueron en su momento algunas aperturaas.
Acto I
[Suban el Telón]
Lacan introduce la formula ¨Actuar es arrancarle a la angustia su certeza¨… pero cuidado del acto en cuestión se podría avanzar igualmente con él.
Es en la medida en que para un sujeto se produce lo que llama Mundo a partir del tejido de significantes que lo conforman, que éste será un mundo como una red de huellas, algunas de ellas se borran, otras se reproducen, unas son falsas y otras son falsamente falsas, estas últimas que describo son las huellas que consideraremos como propiamente con valor significante, ya que la verdad se escabulle en sus collados.
Esta forma de huella es la que se pone en cuestión en este primer momento, es la que se presenta bajo la forma de un acting out. Una demostración velada pero no velada en sí, fue lo que se me imponía como salvoconducto para lo que sería un recorrido rápido pero complejamente doloroso por cierta dimensión del Ello habla, el inconsciente como eso habla a veces con voz muy alta, o lo que bien podríamos ubicar del lado de un cierto "no pienso que c%&o estoy haciendo"
Es útil indicar al mismo tiempo que la escena del Otro, como estructura, por mas verdadera que sea es estructura de ficción, en la medida en que la palabra nos representa a la cosa más no nos da su acceso. Sin embargo, es en esta estructura donde se vendrán a producir efectos reales por su implicación en el montaje pulsional del sujeto. Aquí estaba en juego algo que me veo obligado a asumir ahora, algún tiempo después y de mejor gana, como vinculado con mi causa, con mi falta también se podría decir, específicamente en relación con el discurso universitario y la cara del Otro que ahí se nos presenta.
No voy a articular más sobre este punto salvo recordar las coordenadas de la clase IX del seminario X, donde se indica que lo hecho, lo actuado en un acting out es ofrecido a la interpretación del Otro, Otro como no autentificable, donde el objeto (a) aparece entre este primero y el segundo que es el sujeto “otrificado” de acuerdo a la palabra empleada por Lacan en el 62, es decir, en posición de objeto del deseo del Otro.
Acto II
[Salida de la escena – Entrada en escena]
En este segundo momento aparecen en la parábola aquí dibujada, ciertos elementos que permiten reconocer la forma en la que poco a poco se detenía la función de cierto acefalismo, en relación al campo que se compromete por la vía del acto.
No a pesar de que en este rapport al acto hubiese un freno en lo que al movimiento se refiere, la angustia se presento de un modo casi palpable por mucho tiempo, al menos así fue experimentado por mi, en especial porque los efectos del primer momento debían ser comunicados a lo más familiar, a lo que es Heim, más de la casa. Esta extraña relación [casa –angustia] debe ser subrayada con peculiar atención en el campo de los trastornos y efectos donde se desarrolla y produce tal afecto.
En este punto se nos enseña casi desnudamente a quien no puede saberse como base estable, el Otro que no tolera más de lo que le damos como gramática de nuestro ser y del cual no toleramos muy bien lo que concierne al deseo, al mío en este caso, porque para mi no se distinguió otra vía para comenzar a moverme en esa dialéctica modificada, sino a partir de alguna suerte de incorporación de la falta que me tiene y que me es propia en cuanto objeto causa de mi deseo, aun y cuando este no sea especularizable, particularidad fundamental y propia del objeto en psicoanálisis.
Así el segundo momento, este tiempo, fue el tiempo del inconsciente como corte, cortes varios, de sesiones, de pareja, de cosas dolorosas y otras más bonitas que elaboraré un poco más adelante. Fue también el tiempo que me permitió alumbrar algo del rastro topológico, si me permiten la expresión, de ese objeto que me hacia ser algo para el deseo del Otro y que en una dimensión especifica se ubicaba más claramente que otras áreas del material hasta ese punto analizante.
Una escena dentro de otra y a su vez dentro de otra, es un recurso cinematográfico increíble cuando es articulado en la materia de un film, esta estructura es además una constante en el análisis, factor verificable en las escenas fantasmáticas donde se sostienen las sucesivas identificaciones que conforman al yo.
El movimiento no es siempre secuencial pero sin duda que por cierto artificio que llamamos transferencia, así como la manipulación que de esta haga aquel en el lugar del analista en este discurso que le es propio, permitirá que justamente se vayan depurando las verdades que se escriben en el texto del sujeto, para así y de alguna forma promover un cierto encuentro, al menos diferente, con el real en juego para cada uno. Lo cual me recuerda como se anuda la relación especular en el sujeto que se constituye en el campo del Otro, en la medida en que ahí siempre hay un resto irreductible, del cual el analista hace semblante. Entiéndaseme bien, semblante del pequeño objeto a, no del llamado objeto parcial como comúnmente se dice y dijo en tanto que imagen especular.
No me suscribo a cierta óptica que ubica en el registro de lo real, aquello que del análisis es no solo esperable sino valorizable en tanto que exclusivo, ya que sobre esto es el sujeto quien debe dar respuesta como el mismo lo es de un real. Es la arquitectura de las faltas y de los agujeros lo que poco a poco se va describiendo, encontrando o como deseen llamarlo, dentro de un dispositivo analítico, en una experiencia así limitada también.
Lacan dice en la clase IV del seminario X llamada Más allá de la angustia de Castración, lo siguiente:”Aquello ante lo que el neurótico recula no es a la castración, sino a hacer de su castración lo que le falta al Otro”. Esto nos presenta cierta dimensión del sujeto como posibilidad, esa que permite hacer un signo de su propia castración, en la medida en la que el horror al deseo y la evitación del mismo son colocados en la nueva dialéctica transferencial.
Conducir a un paciente a esta cita requiere de muchas cosas que no me voy a dar a la tarea de comentar, no al menos aquí, pero si quisiera decir lo que para mi es de mayor relevancia, la importancia de saber esperar, sostener e intervenir desde la función del deseo del analista, la cual permite justamente una vía de paso posible más allá de la angustia de castración, ya que no siendo el psicoanalista quien construye este pasaje, permite al analizante ir constituyendo su complejo, gracias ciertamente a la introducción del corte como decisivo para la dirección de la cura.
Tratando de recordar este segundo tiempo quisiera ubicar dentro de la dimensión del trastorno, tal como se articula en el debut del seminario de la Angustia, la turbación que en otro registro apareció en consonancia con todo lo que aquí he presentado.
Este fue un momento donde la ley y el deseo, que son para Lacan una y la misma cosa, vienen a confrontar al sujeto y vaya lo importante que es chocarse y preguntarse por el corazón de esta ley, en especial preguntarse con ella.
La única ley que vislumbro aquí como fundamental, es aquella que se remonta a la causación del sujeto en el lugar del Otro, donde ha de encontrarse en algún punto de su fundación con lo que podemos reducir al signo lacaniano, [significante / significado] este signo propone unas reglas de juego que no siempre son claras como hemos visto, así también lo supo antes Freud, ya que el inconsciente como efecto del lenguaje puede mentir y el significante engaña, no obstante, es mediante un recorrido por el sentido por donde luego deviene, o no, cierto encuentro que he mencionando antes también, un encuentro que produce algún saber sobre el objeto como causa, pero no instalándose uno en lo real desde luego.
Ahora bien, el hecho de que estas reglas no fuesen siempre claras a mi comprensión, me daban alguna pista de que es dando tumbos como se va comprendiendo, nunca demasiado pronto. El signo daba una regla a partir de la cual algo de mi relación con una de las caras del Otro, especialmente en este momento de trastorno (-), turbación, ese corte tan irremediablemente efectivo de la barra en el signo me daba cuenta de que ya desde antes me había producido algunos efectos, por lo cual salir de esta escena en la que había hecho todo lo que faltaba para entrar, era aparente pero no sencillo por supuesto.
Recordemos que el goce está también en las mismas asociaciones que articulan por el significante las mas bellas significaciones. Por ello esto es largo.
Lo que he entendido hasta aquí es que solo por la vía de mi deseo, de ese que debo decantar por el único paso que hay disponible para que me sea dado, justamente cuando este lenguaje haya fracasado en palabras. Si sobre algo de esa angustia de estar vivos se puede avanzar, es en la medida en la que esos engaños que indique, no vienen a cumplir más su papel y así lo que era tan necesario en un principio, vuelve a ser contingente de nuevo por así decirlo.
III
[Bajen el Telón, Basta de teatro]
Debido a que lo que escribo solo deseo situarlo en base a una experiencia que me es propia, dentro de un tiempo dado, no deseo ahondar en mayores teoricismos por ahora, solo quisiera concluir este último momento relanzando desde ya el siguiente, que es el tiempo de continuar y al unísono indicar que desde ciertas distancias las cosas se ven algo mejor, yo lo se, he usado lentes toda la vida.
Para novelarme un poco podría decir que aprender a leer es siempre algo útil, pero esto no implica que se tenga que seguir leyendo las mismas novelas toda la vida, en este sentido, una libertad que me permití luego de haber avanzado en el segundo momento hacia este tercero, fue, digámoslo así, haberme negado al escenario que se me tenía dispuesto para hacer gala de un semblante mas que ya yo no deseaba. Pretendía salir ahora de un teatro pero bajo mis condiciones, bajo la forma en la que algunas coordenadas de mi deseo se habían cristalizado, como divisadas anteriormente para haber sido reconocidas como mis propias migajas, pero que me dirigían ahora a un lugar muy diferente.
Esto no produjo desgarros, los desgarros siempre estuvieron, aquí estaba dispuesto un cierre que me permitiría, no sin dolor, dar ahora una nueva vuelta de tuerca hacia unas vistas con las que no me he encontrado aun.
Referencias Bibliográficas:
Freud, S.: Inhibición, síntoma y angustia (1925), en Obras Completas, Amorrortu Ed., Tomo XX.
Freud, S.: Conferencias de Introducción al Psicoanálisis (1916-1917): 17: El sentido de los síntomas; 23: Los caminos de la formación de síntomas. En Obras completas, Bs. As., Amorrortu ed., T. XVI.
Lacan, J.: Seminario X, La Angustia (1962-1963), Bs. As., Ed. Paidós.
Rabinovich, D. Una Clínica de la Pulsión. Las Impulsiones. Bs. AS., Ed. Manantial.